Las Salinas de O Ulló y Larache están situadas en un espacio protegido por sus características naturales. Las protege una normativa europea, la Directiva Hábitats, que tiene aplicación estatal y gallega, porque en las salinas y a su alrededor existen dos hábitats que son considerados prioritarios a conservar. Estudios científicos ya detectaron más de 300 especies de seres vivos que allí residen, tanto marinos como terrestres.
Sesenta y nueve de estas especies están consideradas como especies protegidas por las normativas europeas, estatales y autonómicas. Los principales hábitats son la zona intermareal de lama, las marismas y los bosques de ribera. Ellos tres ocupan un área diferente pero no por eso son más importantes unos que otros. En el espacio intermareal se dan condiciones cambiantes en cada marea. Dos veces cada 24 horas el agua y el salitre aparecen y los animales y plantas soportan estos cambios, adaptadas a vivir allí. También la falta de movimientos bruscos de agua en el fondo de la ría, hacen aparecer barros que se mezclan con grabas más gruesas.
Poco a poco el fondo cambia y crece hasta quedar expuesto fuera del agua, incluso en las mareas altas. Allí comenzarán a crecer plantas y a ser visitados por nuevos animales convirtiéndose en una marisma. Estas plantas y animales siguen estando adaptadas a la salinidad y son el paso intermedio para la llegada de plantas más típicamente terrestres. Así llegamos a la vegetación y bosque de ribera en los bordes de las marismas, de los canales de arroyos y riachuelos que mueren en ella. Estos bosques son filtros y drenajes de las aguas, pero sus raíces también ayudan a mantener el suelo y evitar la erosión. Por lo tanto los bosques son clave en la conservación del territorio terrestre pero también intermareal y marino.
Pero también se encuentran especies invasoras y exóticas que hace falta controlar y regular. Aunque podemos considerar al entorno de las Salinas de O Ulló y Larache en buen estado de conservación, no debemos descuidar plantas y animales invasores que pueden provocar un desajuste grave en el lugar. Estos seres vivos, como la acacia (Acacia melanoxylon), el eucalipto (Eucalyptus globulus), la avispa asiática (Vespa velutina) o las tortugas de orejas amarillas (Trachemys scriptason) competencia directa de las plantas y animales autóctonos y comunes del lugar, pero también endemismos o especies que están presentes solo en este territorio, y por supuesto, las que están en peligro de extinción. Estas especies exóticas e invasoras tienen mayor facilidad de desarrollarse, crecer y reproducirse. Se desparraman con mucho más éxito y ocupan rápidamente espacios de otros, incluso impiden que otros puedan sobrevivir o transmiten enfermedades.
